Esta película es tan maravillosa en tantos niveles que cada ser pensante sobre la faz del planeta debería verla.
A pesar de las diferencias religiosas y socioculturales
entre oriente y occidente, la batalla de los sexos es una constante universal
en la que el género femenino siempre resulta perjudicado... hasta que alguien
se harta y eleva su voz para hacerse oír.
En este caso se trata de Leila, una joven
casada interpretada por Leila Bekhti (la adorable Zarka de Paris Je t’aime) a
quien se le ocurre la brillante idea de cambiar las costumbres en busca del
bienestar de las mujeres de su tribu, una pequeña comunidad en las áridas
montañas de Oriente Medio en donde son las mujeres las encargadas de abastecer
de agua sus hogares. ¿El problema? El líquido sólo se encuentra en lo alto de
una colina rocosa completamente inapropiada para el tránsito humano.
De la mano de su esposo (un profesor de mente abierta), la
vieja Fusil (el cerebro femenino del clan), y las mujeres del pueblo, Leila
lucha por sus ideales y logra su cometido a base de amor... ó bueno, la
“privación” de él.
Un drama cómico-musical en el mejor sentido de la palabra,
que sin necesidad de una historia lastimera (en lo que caen casi todas las
películas en los desiertos árabes), nos hace reflexionar en las situaciones
aparentemente inverosímiles, que aún ocurren en los rincones del
mundo.
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