La más reciente unión de Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio
da como resultado una intensa comedia dramática llena de excesos y buenas
actuaciones.
Jordan Belfort, interpretado por DiCaprio es un ambicioso
aspirante a corredor de bolsa, cuyo sueño se ve tempranamente truncado debido a
la aparatosa caída de uno de los mercados más rentables, en su primer día de
trabajo. Sin embargo, gracias a su ahínco y decisión, Jordan comienza a buscar
su propio éxito profesional... sin importar la legalidad del mismo. Y es ahí
donde las cosas comienzan a salirse de control.
En su búsqueda de éxito a cualquier costo, Belfort conoce a
Donny (un impresionante Jonah Hill), a quien no le molesta convertirse en su
cómplice a pesar de las posibles consecuencias.
Más que una película sobre el triunfo profesional ilegal, la
droga y el sexo, la cinta relata la lamentable y degradante transformación de
un ser humano sin control sobre sus actos, y las repercusiones de los mismos sobre
aquellos que lo rodean.
Actuaciones impresionantes -DiCaprio, Hill y la cortísima
aparición de Mathew McConaughey-, eye-candy para los hombres con la hermosísima Margot Robbie
-una especie de Barbarella con clase-, la narrativa poco acartonada, y un
excelente tema, que de haberse desarrollado de otro modo hubiera resultado
aburrido, son los elementos favorables.
¿Los
no mucho? La duración de la cinta (casi tres horas) y los saltos en la
musicalización (la mayoría de melodías van de acuerdo a la época de la
historia, pero en dos o tres ocasiones suenan canciones demasiado modernas,
como Everlong de Foo Fighters.)
Para
resumir, es una muy buena cinta.
Está
llena de detalles kitsch y desnudos gratuitos, pero vale la pena.
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