domingo, 4 de mayo de 2014

KILL YOUR DARLINGS.



Basada en los inicios de la Generación Beat, la ópera prima de John Krokidas es un snack satisfactorio para quienes disfrutan navegar en las profundidades más densas del arte norteamericano.
Tomando como referencia fragmentos oscuros en las vidas de los tres artistas fundamentales del movimiento: Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William S. Burroughs, la cinta, irónicamente, tiende a centrarse en un artista menos talentoso, Lucien Carr, y en como la relación de David Kammerer con él, cambió sus vidas para siempre.
 La historia comienza cuando Ginsberg (interpretado por el eterno Harry Potter, Daniel Radcliffe), en medio de un hogar decadente -con un padre poeta y una madre desequilibrada- ingresa a la Universidad de Columbia, en donde conoce a Carr (el chico “It” del momento, Dane DeHaan), un estudiante rebelde, de espíritu libre y corazón volátil.
Incitado por Lucien, Allen comienza a salirse de los límites establecidos por otros, y a conocer los propios, descubriendo en el transcurso su evidente condición sexual, y las formas de relacionarse de su nuevo compañero con los demás. Es entonces que conocemos a Kammerer (un impecable Michael C. Hall), y a S. Burroughs (Ben Foster en un rol elegante y sutil), y la personalidad disoluta de Carr comienza a tener sentido debido a ese submundo intelectual en el que habita.
Pronto, entra en el cuadro un adorable Jack Kerouac (interpretado por Jack Huston, one-to-watch), quien llena la cabeza de Lucien de ideas incluso más vehementes con respecto a la liberación filosófica y emocional, distanciándolo inevitablemente de Allen.
 A grandes rasgos la película funciona, pero no debido a un guión excepcional (parece sacado de Wikipedia, y algunas escenas carecen de cohesión entre sí), sino a la calidad de sus actores. Cada uno sobresale en su papel, e incluso los secundarios (Kyra Sedgwick, David Cross, Elizabeth Olsen, Jennifer Jason Leigh), tienen buenos momentos en la trama, pero si basamos el éxito de un film en su elenco, el producto en sí no funciona bien.
Aunque los escenarios están bien diseñados y el paisaje global es acorde a la época, hay algo que no marcha; tal vez sea que todo parece “demasiado fácil”. Algunas historias se desarrollan a una velocidad que les resta profundidad, y quizás no podemos enamorarnos de la película por esa falta de atención.

En determinados momentos, la obra de Krokidas parece una versión distorsionada de Dead Poets Society -respetando las diferencias, por supuesto-, pero falta más fuerza en el argumento, aunque entonces, entran las actuaciones sobresalientes para salvar la película.
El increíble halo sexual con el que DeHaan cubrió su personaje, es totalmente creíble cuando se une a la ansiedad en el papel de Radcliffe y al dolor en el de C. Hall. La tranquilidad del rol de Foster, contrasta a la perfección con la energía liberadora en el de Huston, y es por eso, por ellos, que Kill Your Darlings no mata a sus queridos, y se mantiene a flote durante 104 minutos de beat.

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