Dirigido por los hermanos Anthony y Joe Russo, este blockbuster lleno
fantasía, se deja ver como una película de acción inteligente y dinámica, como
una suerte de cinta de espías para las nuevas generaciones.
Desde los primeros minutos de
película, vemos a Steve Rogers transformado en un Capitán América más decidido,
más... impetuoso -por así decirlo- en su tiempo de servicio a S.H.I.E.L.D. A
pesar de sus propias vacilaciones y lidiando todavía con su pasado, sigue
siendo ese buen soldado que obedece ciegamente las órdenes de sus superiores para
alcanzar un bien global.
Entonces, cuando la integridad de
S.H.I.E.L.D se ve comprometida por una organización que se ha mantenido viva
bajo la superficie durante más de 50 años, el Capitán Rogers se encuentra en
una encrucijada más grande que sus cavilaciones.
Sin elementos 100% confiables ni
jefes directos, emprende una lucha directa contra dicha organización,
descubriendo en su presente que algunos elementos aún pueden destruir la parte
más sagrada de su pasado.
La parte visual de la película,
es impecable, como casi siempre ha sido el Universo Cinemático de Marvel. Las
hazañas más-allá-de-lo-creíble se disfrutan con entusiasmo casi infantil, y la
presencia de un humor relativamente básico, pero no excesivamente cliché, es
refrescante para una película de este corte.
El argumento es ingenioso,
intrincado, digerible, y conmovedor; las actuaciones están bien logradas, y la
presencia de luminarias clásicas equilibra la carga con las estrellas en
ascenso.
Chris Evans, cada vez más maduro
como intérprete, es un héroe sólido, y acompañado de Scarlet Johanson, esa
dualidad andante que es la agente Romanov, se ve aún más firme como Capitán.
Anthony Mackie -un armónico y estético
Falcon- es el perfecto sidekick, Samuel L. Jackson -como siempre- pone su
personalidad efervescente al servicio de Nick Fury, Robert Redford hace una
buena interpretación del ejecutivo bélico codicioso Alexander Pierce, y una
simplona Emily VanCamp ofrece un performance algo aguado de la agente 13.
Renglón aparte merece Sebastian
Stan, quien interpreta al Soldado de Invierno, y a quien sólo puedo poner al
nivel de Tom Hardy en The Dark Knight Rises. Su personaje no habla mucho, razón
por la cual es más complicado ser convincente, pero la expresividad de sus
gestos es más que suficiente para saber que es un actor que vale la pena
observar con más cuidado.
En resumen, Capitán América: El
Soldado de Invierno es un must. No sólo para quienes disfrutan de las
adaptaciones de comics, si no para quienes tienen en el cine de acción un
escape de su vida real, y a riesgo de ser mal juzgada, me atrevo a decir que
esta película, es ligeramente más profunda que Los Vengadores, y por ello,
resulta ser la mejor del mundillo cinematográfico de Marvel hasta la fecha.
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